miércoles, 29 de junio de 2011

Nuevo secretariado general entró en funciones

El murmullo de las aguas de Gier ha acompañado el primer encuentro del nuevo Secretariado ampliado de laicos, realizado entre los días 30 de mayo y 5 de junio de 2011. Hablando del Hermitage, dice Juan Bautista que Marcelino, “después de verlo y examinarlo todo, no encontró nada más adecuado para una casa religiosa”. La cercanía a los lugares maristas, con la guía del hermano Benito Arbués y convertida en peregrinación interior, ha sido inspiración para nuestro encuentro. Construyendo la casa del Hermitage, Champagnat construyó una familia. Para Tony, Agnes, Sylvain, Ana, Linda, Fabiano, Raúl y Javier, provenientes de los cinco continentes, la experiencia del encuentro ha significado conocer nuestras familias, escuchar  nuestros procesos vocacionales, apreciar nuestros acentos culturales y manifestar nuestro corazón marista. Han sido días que han construido fraternidad y han creado comunión.
Hemos podido traducir en nuestro encuentro la afirmación de En torno a la misma mesa: “No sólo hay lugar para unos y otros en la mesa, sino que nos necesitamos mutuamente al lado”.  En momentos intensos de reflexión han surgido con fuerza ecos del proceso de estos años en el Instituto: nuestro futuro marista es un futuro de comunión, hermanos y laicos podemos contribuir al nacimiento de una nueva época para el carisma marista, de esta nueva relación puede surgir con más fuerza la identidad laical y la identidad de hermano, el carisma marista es un don que compartimos con toda la Iglesia, la atención preferente a los niños y jóvenes pobres proyecta nuestra pasión misionera…
Nuestra agenda estuvo muy marcada por la revisión del Plan de acción para el trienio. Reelaboramos dicho Plan, señalamos las urgencias, precisamos las líneas de acción, reflexionamos sobre las implicaciones para cada miembro del Secretariado, revisamos el calendario. Dos de los encuentros programados en el Plan nos pidieron más atención. El primero es el encuentro por Regiones de los equipos o comisiones de animación laical, o mejor, de la nueva relación hermanos- laicos. Tendrán lugar en Curitiba, Guatemala, El Escorial, en este año 2011, y en Asia y Australia en los inicios del 2012. El segundo quiere ser un momento de reflexión seria sobre la vocación laical marista, a nivel de todo el Instituto. Este último está programado para octubre del 2012.
Al ser el primer encuentro con los nuevos miembros del Secretariado hizo que la agenda fuese intensa. Recordamos el horizonte de nuestro Secretariado que proviene de nuestro Capítulo general, hablamos de la actualización del Movimiento Champagnat, de los procesos de formación conjunta, de una mejor articulación del laicado, de itinerarios de conversión tanto para hermanos como para laicos.  Visualizamos las regiones más necesitadas del Instituto. Percibimos los ritmos diversos del movimiento laical tanto en provincias como en regiones. Soñamos con apoyar todo brote de vida marista y de novedad carismática que surja en nuestras regiones.
Dedicamos toda una tarde a dialogar sobre las comunidades mixtas. La presencia del hermano André, de la comunidad de Mulhouse; de Arturo, con su experiencia de Bolivia y de La Oliva; de Gianluca y Rosa, de la comunidad de Giugliano,  y de Annie y el hermano Diogène, de la comunidad del Hermitage, hicieron que nuestro intercambio resultase rico e inspirador.
El murmullo del río, el verdor del valle nos supo a fecundidad, a vida ofrecida. Tener presente las bellas experiencias de vitalidad esparcidas en la geografía del Instituto, compartir con los grupos de Manziana y El Escorial, representando una gran diversidad de provincias y de culturas, apreciar los detalles de acogida de la comunidad del Hermitage, celebrar el día de san Marcelino, todo ello fue armonía de orfeón que se unió al rumor del Gier y nos hizo recordar lo que expresaba Juan Bautista, “el vallecito del Hermitage es un lugar pintoresco y de lo más ameno, sobre todo en primavera”. Los días en el Hermitage, a pesar de la lluvia, han tenido un tono primaveral. Para los miembros del Secretariado ampliado de laicos han sido días de comunión, de esperanza, de futuro, de novedad.

domingo, 5 de junio de 2011

PARA RECORDAR EN LA FIESTA DE MARCELINO

A Marcelino Champagnat, se le conoce como el “fundador de los Hermanos Maristas”, y a los “maristas” se les conoce como una congregación religiosa que tiene a su cargo algunas escuelas y colegios… pero si una persona no conoce a ningún hermano marista ni a ninguno de sus colegios, es lógico que esta definición se quede muy corta… Champagnat al ser declarado "santo" se eonvierte en una figura universal que puede ser imitado por todos los cristianos, no es sólo un "trofeo" para los maristas o para los colegios maristas, sino un hombre cuya forma de vivir el Evangelio pudo trascender: en sus obras, en su pensamiento y sobre todo por su amor a María. por eso, aquí va una breve síntesis de su vida y sus inquietudes.

Marcelino Champagnat fue un cura francés nacido el mismo año en que empezó la Revolución Francesa, que de niño abandonó la escuela al ver como el profesor golpeaba a un compañerito… no sólo le dio miedo, sino indignación, y decidió no volver más a ese plantel, aunque esto le costaba abandonar una supuesta formación y le obligaba a regresar a las tareas más dificiles y pesadas en el campo. Cuando fue jovencito fue invitado a entrar al seminario pero le costó muchísimo trabajo aprender por los métodos convencionales.

Ya en el seminario él y algunos de sus amigos concibieron el proyecto de formar una congregación de sacerdotes, monjas y seglares dedicados a honrar a María, ahí le nació el proyecto de crear una congregación o instituto de hermanos educadores.

Una vez ordenado sacerdote fue asignado a una parroquia en un pueblito rural lleno de carencias, donde confirma la necesidad de formar una comunidad de “hermanitos” (petit freres) consagrados a María y cuya misión específica fuera dedicar su vida a los niños y jóvenes, enseñándoles a leer y escribir con métodos sencillos y proporcionándoles una instrucción cívica y cristiana elemental, en un ambiente familiar, como el formado por Jesús José y María en Nazareth. Cien años antes De LaSalle había formado una congregación pero que sólo atendían colegios en las grandes ciudades... muchos otros contemporaneos también formaron o intentaron formar comunidades religiosas de educadores, como el caso del P Cheminad, quizá llegó a ser una moda en ese tiempo. Para Marcelino no se trataba de una opción, sino la única opción para poder hacer algo por los chamacos de su pequeña parroquia, y con los escasos recursos con los que se contaba.

Marcelino se dio a la tarea de reunir jóvenes y prepararlos como instructores, que enseñaran a leer y escribir con un método fácil y un sencillísimo modelo de escuela, los enviaba a establecerse en un lugar, instalando una escuela, de dos en dos o tres en tres a las comunidades rurales. Muy pronto proliferaron decenas de escuelas rurales de este tipo: ese era el mejor medio para subsanar la falta de amor en los hogares y erradicar así el alcoholismo, la violencia y los vicios entre los jóvenes. La mejor manera para formar a estos jovenes y rupestres educadores, era hacerlos sentir que formaban una gran familia en torno a María. En un principio no les pedía votos religiosos, sino un compromiso firmado... así se formó un gran espíritu de familia que perdura en los colegios hasta nuestros días.

El cura Champagnat tuvo grandes dificultades: por la envidia que suscitó entre la misma diócesis, por los problemas para el reconocimiento de estudios y sus métodos de aprendizaje por parte de las autoridades escolares, por las carencias económicas y por su afán de apoyar a la Sociedad de María que habían fundado sus compañeros de seminario.

Construyó una casa general para su naciente congregación: El Hermitage. Siempre en sus dificultades pidió y recibió el auxilio de María. Consolidó su instituto antes de morir y antes de que se pudiera cristalizar el gran proyecto de la Sociedad de María que habían soñado sus compañeros del seminario.

Murió, el 6 de junio de 1840. Se habían fundado 53 establecimientos escolares, de las cuales se habían cerrado 5. 180 Hermanos daban educación a 7 000 alumnos aproximadamente

CADA QUIEN SU SANTO?, O UN SANTO PARA CADA QUIEN...

¿Qué nos dice Marcelino hoy en el siglo XXI?

Marcelino es un ejemplo y guía para los PADRES DE FAMILIA DE HOY.-

para poder educar a un niño es necesario amarlo primero… el ambiente educativo debe ser idéntico al ambiente de Nazareth…disciplina y orden con amor y respeto.

Marcelino es un ejemplo y guía para los SACERDOTES de hoy

Por su plena conciencia de la presencia de Dios en todo momento y la confianza absoluta en la obra del Señor. “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles”. Crea un programa personal de vida de acción y oración, estudio constante de las condiciones reales de la parroquia, vida sacramental, disciplina personal y aceptación sin condiciones a las autoridades eclesiásticas, atención especial a los pobres.

Marcelino es un guia para los PROFESORES DE HOY

El Señor Lujambio acaba de declarar que la educacíón en México debe ser integral y promover valores éticos y morales, pues bien, Marcelino, hace 194 años experimenta la necesidad de educar la fe a través de la cultura: nuestra meta es muy superior: queremos educarlos, es decir, darles a conocer sus deberes, enseñarles a cumplirlos, infundirles espíritu, sentimientos y hábitos religiosos, y hacerles adquirir las virtudes de un buen cristiano.
No solo propuso ideas, sino que exigió la aplicación de métodos de simplificación para la enseñanza en los que se toma en cuenta las diferencias individuales y los aspectos prácticos y viviencias enfocadas a alejar a los jóvenes del alcohol y la vagancia.
No lo podemos conseguir sin ser pedagogos, sin vivir con los niños, sin que ellos están mucho tiempo con nosotros". Su aportación pedagógica y educativa se cifra en la visión religiosa de la vida y de las personas, en un profundo sentido común, en la capacidad práctica para afrontar las diversas situaciones que se plantean, en la “pedagogía de la presencia” como la mejor forma de prevención. En resumen "Buenos cristianos y virtuosos ciudadanos"

Marcelino es un ejemplo para los ESTUDIANTES

Su historia personal es ejemplo de tenacidad. Su principal obstáculo, cuando joven eran los estudios. No solo pudo salir adelante, sino que buscó la forma de que los estudios ya no fueran un obstáculo para los demás niños con dificultades.

Marcelino es un ejemplo para RELIGIOSOS RELIGIOSAS Y LAICOS COMPROMETIDOS

Las virtudes que él recomendaba: humildad, sencillez y modestia, tres lugares preferidos, el Pesebre, La cruz y el Altar, se está muy bien en los sagrados corazones de Jesús y María…y en contexto: el espíritu de familia que brota de encontrar en los hermanos la presencia de Dios.

Un ejemplo para todos los HOMBRES DE BUENA FE QUE LUCHAN POR GRANDES IDEALES

Él estaba convencido de no ser sino un instrumento en las manos de Dios, todas sus acciones las hacía pensando que era Dios el que actuaba y que él sólo era un medio para que las cosas resultaran, esa convicción era fruto de vivir continuamente buscando la voluntad de Dios, si algún proyecto no se lograba, con toda tranquilidad decía “yo ya hice mi parte, lo demás será Dios el que lo terminará”. El amor a Nuestra Buena Madre, era el común denominador de toda su vida. No había acción que iniciara sin invocarla y tenerla presente.

Como homenaje en su dia, conozcámoslo, imitémoslo y digamos con él: TODO A JESUS POR MARIA, TODO A MARIA PARA JESUS.

CONVIVENCIA 4 DE JUNIO, CELEBRANDO LA FIESTA DE MARCELINO

Muy estimados amgos y amigas:
Saludos cordiales y muchas felicidades, hoy 6 DE JUNIO, dia MARISTA. Que la intercesiòn de San Marclino ante el Señor nos ayude a amar más a nuestro Buen Padre Dios, y a la Buena Madre Marìa Santìsima, traducido en servicio, atención, respeto y dialogo con todos aquellos que nos rodean.

El sàbado 4 nos reunimos en Tlalpan, en la Quinta Soledad, para llevar a cabo nuesra reunión semestral y a la vez conmemorar por anticipado el dìa 6 de Junio.

Asistieron 30 personas y la pasamos muy a gusto, primero en la Capilla chica donde unidos en oración celebramos la Eucaristía y pedimos por diversas inenciones,

entre ellas por todos nuestos difuntos en especial por los recientes:


SANTIAGO MANRIQUE,

MIGUEL GUTIÉRREZ,

ANA LUZ CASTELAZO DE ALCOCER,

Y EL QUERIDO HNO. SERAFÌN GARCÌA.



y por la recuperación de la salud de Roberto Valle, internado en un Hospital de Los Angeles, Cal.

Luego pasamos al desayunador donde nos sirvieron rica fruta y jugo, cereales, huevos revueltos y frijoles, y unos riquìsimos chilaquiles, con pan dulce Mexicano y cafe con leche.... ¿No se les antojó a todos?
Bueno a los que asistimos nos supo delicioso.

Acto seguido regresamos a la Capilla y ahí seguimos la siguiente Agenda:


1. Lectura de la Epìstola de San Pablo a los Romanos 12,9-21
2. Carta del Hno.Emili Turu, con motivo de la fiesta de San Marcelino Champagnat
3. Presentación de los repesentantes de las Fratenidades Juan Pablo II, del Instituto Mèxico y la de Basilio Rueda del Colegio México
4. Invitaciòn a la Convenciòn Nacional de Fraternidades Maristas, que próximamente se llevarà a cabo en la Ciudad de Mérida del Viernes 28 al domingo 30 de Octubre en el Hotel Reef Yucatàn ( que se encuentra a 30 mins. de Mèrida en Puerto de Telchac, a la orilla del mar.
El costo en habitaciòn doble, por persona es de sòlo $2,800 ( o en habitaciòn sencilla $3000) incluye hospedaje, alimentos, propinas, impuestos INSCRIPCIÒN AL ENCUENTRO NACIONAL, y material del encuentro, asì como transportaciòn de ida y vuelta de Mèrida a Pto. Telchac.
Propiamente el gasto fuerte es el aviòn de Mèxico a Mèrida.
Aquellos interesados pueden hacerlo directamente con la Fraternidad Ntra.Sral de Izamal de Mérida
correo electrònico familiamaristayucatan@hotmail.com
Este será el XVII Encuentro Nacional para las 18 o 19 Fraternidades Maristas de Mèxico.

5. El Hno. Enrique Ruiz nos informó sobre la próxima reunión de SOLIDARIDAD, el movimiento marista de jóvenes por el servicio y otros más, que se reúnen en proximos días para compartir experiencias. Ver la liga http://www.solidaridad.maristas.edu.mx

6. IGUALMENTE, Marìa Elena Garcìa, esposa de MANOLO GONZÀLEZ (El borreguito o La Concha)quiere hacerle una comida "sorpesa" a Manolo con motivo de sus 80 años de nacimiento. Manolo, ha estado en silla de ruedas have ya varios años y aunque su estado de salud no es de gravedad, si inmovilidad no le permite valerse por sì mismo. Asì, pidió que por mail, confirmen quienes podrìan asisitr a la comida en su honor, que se llevarà a cabo el 7 ó el 9 de Julio, próximo en su casa, allà en Paseo de la Herradura (Parque de Mayorca no. 37) Ojala que quienes lo conocieron pudieran ir a saludarlo y felicitarlo ese dìa ( por confirmar) sobre todo los de la ciudad de Mèxico
Tel de Ma.Elena 5291 6488 o correo gogm_e@yahoo.com.mx

7. Algunos solicitaron que se actualizara el directorio, y que se diera más promoción de manera personalizada a alguna pagina oficial, para tener màs comunicación con eventos Maristas.

Los siguientes medios y "links" sirven a los que deseen tener mayor màs información sobre el Instituto

a) Desde luego nuestra comunicación de correo semanal  Rmanero@aol.com
b) http://www.fraternidadbasilio.blogspot.com/

es la página oficial de nuestra fraternidad
c) http://www.facebook.com/profile.php?id=100001922693417

es la página oficial de fraternidades maristas
d) http://www.champagnat.org/es/index.php

 Es pagina oficial de los hermanos, tiene cantidad de noticias del Insituto, hermanos, laicos etc...

SE INVITA A LOS QUE DESEAN ASISTIR a alguna sesiòn de los grupos de Fraternidades del D.F. que se reunen en el Instituo o en el Colegio Mexico con las siguientes fehcas

a) Fraternidad Juan Pablo II  (Instituto México)
en Amores 1317 en la colonia del Valle, entrando por el estacionamiento de Michel Laurent
cada 15 dìas los mièrcoles a las 19 hrs. ( La pròxima reuniòn es el 15 de Junio)
b) Fraternidad Basilio Rueda (Colegio México)
en Mèrida 50 en la Colonia Roma, estacionamiento por Durango
cada mes los primeros jueves de cada mes, a las 19 hroras.
Generalmente se tiene una para Liturgia seguida de algùn estudio sobre espiritualidad Marista, Todo acompañado con cafecito, refrescos y galletas que los Hermanos gentilmente nos obsequian

Las proximas fraternidades deberán formarse en los rumbos de Naucalpan y Tlalpan

lunes, 6 de diciembre de 2010

CONVIVENCIA REALIZADA, una nueva perspectiva para la comunidad de familia marista

AGRADECEMOS AL SEÑOR, A NUESTRA BUENA MADRE,
Y A SAN MARCELINO
POR EL EXITO EN ESTA REUNIÓN.
A LOS HERMANOS DE LA PROVINCIA DE MEXICO CENTRAL, EN ESPECIAL A LOS ENCARGADOS DE SAN JAVIER, Y A LOS HERMANOS
FERNANDO MEJIA, JORGE CARVAJAL Y ENRIQUE RUIZ,
QUE PARTICIPARON CON NOSOTROS,
GRACIAS POR TODAS LAS FACILIDADES PARA NUESTRO
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TERCER ENCUENTRO NACIONAL MARISTA EN QUERETARO
CELEBRADO LOS DIAS 3 , 4 y 5 DE DICIEMRBE DE 2010.
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RESEÑA Y COMENTARIOS
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Todo empezó conforme a lo planeado, la tarde del viernes en la que nuestros compañeros fueron llegando a "San Javier"... unos llegaron con sus familiares otros solos, y se instalaron en los viejos dormitorios.
Después del registro que permaneció abierto todo el tiempo, los compañeros empezaron a acudir a la pequeña plaza localizada enfrente de la capilla, en donde se organizó una fogata y todos empezaron a reunirse y a intercambiar recuerdos, experiencias, chistes y canciones, eramos como unos 40 que soportando el frío prefirieron compartir una hermosa velada.
Desde esa misma tarde estuvo presente con nosotros NUESTRA SEÑORA DEL PUEBLITO, quien nos visitó por medio de una imagen viajera, que nos prestaron directamente de la comunidad franciscana del convento del pueblito, la cual fue colocada en la capilla y presidió todas nuestras actividades.
Era una imagen de bulto, pequeñita, con un niño jesús, con vestidos bordados de oro y pedrería y unos hermosos rostros.
El sábado, a las diez en punto, dieron inicio las conferencias en la capilla, fue precisamente MIGAROL quien nos dio la bienvenida a nombre del equipo organizador queretano, cedió la palabra a BR.REY quien hizo lo propio en nombre de toda la comunidad de "antiguos hermanos". Calculamos que se nos reunimos un total de 65 compañeros "son contar a las mujeres y los hijos y familiares que también nos acompañaban
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La primera platica estuvo a cargo del Hno FERNANDO MEJIA, provincial saliente, quien inició su intervención en nombre y representación del Hno Ricardo Reynoso, quien no pudo asisitir por haber recibido visita de algunos hermanos de la Casa General. Fernando inició llamándonos "¡hermanos!" con todo el valor y significado que tiene para nosotros esta palabra.

Nos habló sobre el Capítulo XXI General, y el presente y futuro de la Congregación.
UN CORAZON NUEVO PARA UN MUNDO NUEVO
- Una llamada universal a la conversión
- Reconcentrar la acción en los niños, los jovenes y los pobres, a nivel de vivencias
- Conciencia internacional: misiones y reorganizacion regional de los trabajos
Dos actitudes basicas: la actitud de María: "de prisa"; y para un mundo nuevo y una tierra nueva
IDENTIDAD: volver a la Espiritualidad original:
- el Pesebre: actitud de apoyo incondicional a los pobres
- la Cruz: actitud de solidaridad
- el Sagrario: solidaridad con todos los que nos rodean
de los que se deruvan:
la castidad de un corazón idiviso centrado en el amor a Jesús,
la obediencia al carisma,
la pobreza de compromiso solidario.
la estructura debe ser de abajo hacia arriba, donde los hermanos deben ver la forma que la estructura les ayude a poder cumplir con su misión (y no al revés privilegiando la estructura)
cada provincia deberá determinar sus propias lineas de acción.
la MISION
vision internacional, vision fraternal, desarrollo de la creatividad y la solidaridad
presencia significativa y maestros de la pastoral
modelos: el samaritano, la samaritana
formas nuevas y creativas de educación y de evangelizacion, creacion de REDES internacionales
Interesantes láminas y películas nos ilustraron.
En el espíritu de este capítulo el lema era SABER ESCUCHAR, sí , escuchar la voz del Señor en los acontecimientos, como también la voz de los Hermanos, la voz de los alumnos, la voz de nosotros mismos, la voz de la Iglelsia, que todo es la voz del Espíritu Santo.
Nos habló de la identidad del Laico Marista, la importancia de la vida espiritual, la misión que todos, Hermanos y antiguos Hermanos tenemos.
Nos dio interesantes noticias sobre el Instituto, y cómo había funcionado el Capitulo General.
Mucho agradecemos al Hno. Ricardo por habernos mandado al Hno Fernando a suplirlo, esto es un signo ineludible del interés que la Provincia tiene por este tipo de movimientos y que desea abrir las puertas de la Congregación para "caminar de prisa" como María en la misión del Señor. GRACIAS HERMANOS...
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La segunda "plática" corrió a cargo del Hno JORGE CARBAJAL, encargado de Laicos Maristas en la provincia, quien nos solicitó que nos trasladáramos a uno de los viejos comedores para poner en práctica una dinámica, en la cual todos dimos respuesta en pequeñas mesas de trabajo a la pregunta: para tí ¿que es lo esencial de tu experiencia marista?...
1) Tenemos todos el Sello Marista en las entrañas, que se "mamaron" de los Hermanos que nos formaron
2) Tenemos diversidad de apostolados, pero en todas partes donde los ejercemos lo hacemos "a lo Marista"
3) La devoción a María y al Padre Champagnat nos animan
4) Hemos experimentado en medio de nuestras carencias y problemas cotidianos, la existencia de Un Cristo Real que nos acompaña, nos lleva de la mano, nos inspira a través del Espíritu Santo en la vida. Tenemos que saber "escucharlo". Así vamos haciendo nuestra historia.la historia que el Señor quiere.
5) Nos sentimos ahora como UNA FAMILIA, y nuestra intención es formar grupos de fraternidades, en los lugares donde estamos, para continuar creciendo en espiritualidad, fraternidad, y apostolado seglar.
Una vez compartidas las respuestas, procedió a darnos sus comentarios y reflexiones con respecto a la vida y la visión marista y de las fraternidades.
Muy interesantes resultaron las dinámicas y sus conclusiones, y agradecemos al Hno. Jorge el habernos visitado. Dios lo bendiga también en su labor como encargado de los Laicos Maristas, y le estaremos dando lata para continuar con nuestra misión
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La tercera intervención estuvo a cargo de REYNALDO MANERO, quien de nuevo en la capilla, nos dio santo y seña de la historia de los movimientos laicos maristas, dentro y fuera de nuestra provincia, invitandonos a participar en estos grupos.
El nos habló sobre las Fraternidades Maristas en México y en el Mundo.... datos proporcionados directamente por los Hnos. Pau Fornell y el Hno. Javier Espinosa y coordinadores del Secretariado General para los Laicos Maristas, en Roma
FRATERNIDADES EN EL MUNDO MARISTA
(CANTIDADES APROXIMADAS)

CANADA Y USA 12 FRATERNIDADES
MÉXICO 18 FRATERNIDADES
AMERICA CENTRAL 23 FRATERNIDADES
SUDAMÉRICA 42 FRATERNIDADES
BRASIL 36 FRATERNIDADES
AFRICA 5 FRATERNIDADES
ASIA 4 FRATERNIDADES
EUROPA 65 FRATERNIDADES
MEDITERRANEO 30 FRATERNIDADES
IBERIA 10 FRATERNIDADES
BUENO EN TOTAL SE CONSIDERAN 260 FRATERNIDADES CON 2800 MIEMBROS

Países donde está implantado el MCHFM:
Canadá, México, Haití, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Puerto Rico, Cuba, Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile, Bolivia, Brasil, Argentina, España, Italia, Francia, Grecia, Bélgica, Alemania, Siria, Tanzania, Madagascar, Singapur y Filipinas. En total, TOTAL: 26 países.

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Para esto, al terminar, eran practicamente las tres de la tarde, por lo que solo hubo un breve receso y se procedió a pasar a la comida.
La siguiente actividad fue la Eucaristía, que concelebraron el padre LUIS ARAUJO (exalumno de la prepa del Queretano y hermano de otro antiguo junior) y el diacono GOMEZ TAGLE, la ambientación musical estuvo a cargo de MANUEL REYES y un grupo de violin, flauta y dos cantores profesionales.
El tema central de la misa fue en torno a la actitud de Juan el Bautista, el predecesor, cuya actitud es fundamental entender para vivir esta etapa de Adviento-Conversión, preparatoria a la Natividad del Señor.
Después de la misa acudimos al comedor para cenar... las "sobrinas imperiales"
El tercer dia se inició en por un evento llevado a cabo en las instalaciones del Molino de San Antonio, al otro lado del rio, en el edificio que ahora ocupa la Universidad Marista. Ocupamos la antigua capilla para dar lugar a la "clausura" que en realidad fueron unas palabras dirigidas por el HNO ENRIQUE RUIZ y una serie de comentarios en cascada de manera libre, muy interesantes comentarios, muchos propósitos surgieron , y para despedirnos de María no faltaron los cantos de la Salve Regina y el Sub tuum praesidium, una vez más.
Para cerrar con broche de oro, se llevó a cabo la toma de la FOTO oficial, y como colofón una plattica del SEÑOR CONTADOR JOSE SOSA, marista de corazón, exalumno del Queretano, sobre la historia del Molino.

Pero faltaba todavía un detalle más, regresar en peregrinación la visita a la Virgen del Pueblito y su santuario, participando en la Eucaristía en el Convento Franciscano del lugar. Ofició la misa el Rdo OCTAVIO LUNA ALVAREZ, doctor en teología, y superior del convento, él fue el que nos concedió la salida de la Virgen Peregrina a nuestra Capiila en San Javier, algo que difícilmente se concede, y después la comida en la huerta del noviciado de los Franciscanos.

domingo, 5 de septiembre de 2010

¿QUE SUCEDE CON LOS HERMANOS RETIRADOS?

SEGUIR A MARCELINO,
Hermanos Maristas retirados y su vocación laica

Pertenezco desde hace varios años a diversos grupos de encuentro formados por compañeros que algún día vivimos en las casas de formación, vestimos los hábitos o incluso profesamos como maristas y que nos retiramos en su oportunidad y que tenemos, a pesar de que en su mayoría hemos creado nuestro propio estilo de vida, sea en la formación de una nueva familia, en la vida sacerdotal o en el celibato (o soltería empedernida), una serie de rasgos que nos hermanan y nos ligan a ese maravilloso estilo de Marcelino, que finalmente lleva al seguimiento de Cristo.

Como el grano de trigo que al morir da mil frutos, la semilla depositada en aquellos entusiastas corazones, que un día abrazaron la vida religiosa y vieron truncados sus anhelos de servicio dentro del Instituto Marista, en la mayoría de los casos ha florecido y ha dado el ciento por uno en el derrotero de la vida que el Señor les tenía destinada a cada cual.

Asistimos así a un verdadero fenómeno eclesial, y a un verdadero misterio de la propagación del Evangelio a través de estructuras a veces muy difíciles de identificar. Es un hecho que al abandonar la estructura de la comunidad marista, el mensaje del Evangelio, y en particular la interpretación marista, hecha por Marcelino, han llegado por este proceso a muy diversos ambientes y han impregnado de su esencia los más increíbles ámbitos.

Se distinguen varios fenómenos dignos de analizar y de redimir. Estoy convencido de la importancia que tiene el cúmulo de experiencias y sobre todo de vivencias que atesora cada una de las historias personales de todos nosotros, los “ex frailes” (jamás ex maristas), y más aún, estoy plenamente seguro de que todavía no se ha podido identificar y aprovechar el potencial y la riqueza de toda esa actividad realizada por los hermanos y compañeros retirados y que verdaderamente han encontrado su verdadera vocación cristiana fuera del Instituto, y que habría resultado imposible sin esos años de juventud en los que se forjaron los valores, se establecieron los ideales y se marcaron con tinta indeleble en nuestro corazón los colores de la fraternidad marista; auténtica vocación seglar que también se podría haber perdido, quedando dentro de una estructura que no nos correspondía.

En las presentes líneas me permito hacer un análisis de estos fenómenos.

Descubro en primer lugar muy diversas actitudes entre los que salimos del Instituto. Es necesario e indispensable asumir estas diferencias, para poder construir y avanzar como una comunidad nueva en busca de la Voluntad de Dios.

En particular, para los que deseamos fortalecer y reivindicar este grupo y convertirlo en un auténtico movimiento de servicio a la Iglesia, es fundamental aceptar en toda su plenitud a todos y cada uno de los compañeros y entender que su motivación personal es válida y respetable y que el único camino para unirnos, es aceptándonos en las condiciones actuales, mirando hacia el futuro y sin cortapisas.

El grupo de los que no quieren saber nada

En un primer grupo hay muchos que dicen abiertamente no querer saber nada más en su vida de todo aquello que tenga que ver con la vida religiosa marista…

No debemos juzgar a estos compañeros que han atravesado profundas crisis, sólo ellos conocen en el fondo de su corazón el verdadero significado de su propia experiencia y si hoy no quieren saber nada del mundo marista es no solo por una razón válida, sino por una convicción personal.

El grupo de los indiferentes

Otro grupo es el de los escépticos, si bien aceptan la posibilidad de una sana convivencia en el presente, se rehúsan a creer que pueda ser posible una actividad que realmente valga la pena más allá del reencuentro superficial con los viejos camaradas.

El grupo de los reconciliados con la amistad

Una tercera actitud está en la mayoría de nosotros y tiene que ver con la aceptación gustosa de todo aquello que tenga que ver con los aspectos emotivos, las remembranzas de anécdotas, el reencuentro con los viejos amigos, la camaradería y el hallazgo de gente que compartió y que entiende una parte de la historia de nuestra vida, y si aceptan compartir es por el gusto de recordar y de revivir agradables aspectos del pasado, en ocasiones quieren reafirmar su imagen, o incluso restablecer antiguas amistades y buscan tener oportunidad de orar y de sentir la presencia de Dios. Viven intensamente los momentos de las convivencias como un oasis, donde la fantasía del recuerdo se vuelve realidad, y por un momento, el pasado vuelve a cobrar vida y color, la sangre circula por las venas y en esas viejas amistades profundas e imperecederas, ven el reflejo de un pasado lleno de luz, llenan su corazón de entusiasmo y juventud, ”se recargan las pilas”

Desean saber noticias de los amigos o de los hermanos y de las nuevas obras, tanto de los hermanos como de los compañeros, para estar enterados, para sentirse actualizados,


Entre los pertenecientes a estos grupos, no se perdona la foto del recuerdo, el brindis, algún discurso elocuente y el canto de la salve. En todos estos signos se materializa y se reaviva ese aspecto emotivo, vivificante que “vuelve a llenar el tanque de gasolina” y que motiva a seguir adelante.

Otra forma de clasificación

Antes de proseguir debe acotarse tres grandes grupos o categorías que se empalman con las actitudes anteriores:
- aquellos compañeros que tarde que temprano fueron a parar sirviendo en los colegios maristas
- los que definitivamente cortaron el cordón umbilical y se decidieron a emprender nuevas rutas en busca de nuevos derroteros…totalmente al margen del sistema educativo marista, sea trabajando en otros colegios, fundando sus propios colegios o bien
- incursionando en otro tipo de actividades profesionales


También encontramos casos de presbíteros y diáconos, consagrados antes a la vida religiosa y que ahora abrazan la función ministerial dentro de la Iglesia, encontramos que esta es una minoría.


El matrimonio cristiano es finalmente el estado de vida que normalmente todos abrazamos. La realidad de la elección y el encuentro con la compañera de nuestra vida, la presencia de los hijos y las nuevas y maravillosas obligaciones de la paternidad, son experiencias que definitivamente todos encontramos de manera independiente y en un ambiente ajeno al Instituto. En muchos casos, la recepción del sacramento, nos marca definitivamente el nuevo derrotero y nos conduce directa y obligatoriamente a un nuevo estilo de vida como cristianos.

El aspecto positivo es que este cúmulo de experiencias, únicas y exclusivas de quienes aceptaron el reto de volver a iniciar con un nuevo estilo de vida, nos hace más fuertes y más sabios, más humildes y más respetuosos del esfuerzo de los demás; poca gente tiene la oportunidad de abrirse paso por sí mismo cuando se enfrenta en la madurez a un mundo nuevo. Lamentablemente, por otro lado hermanos hay que perseveran dentro de la duda que les quema la entrañas y que viven de manera mediocre un compromiso impuesto más por la conveniencia que por el aplomo y la confianza en Dios.

La diversidad en la unidad

Recordando la infinidad de historias personales entre toda esta comunidad de los que vivimos un día bajo el techo marista y que hoy nos unimos con el común denominador de ser “los que nos hemos retirado”, también encontramos una gran diversidad en el aspecto estrictamente histórico. No es lo mismo la experiencia religiosa que pudo tener un “junior” que permaneció sólo dos o tres años en la secundaria, a un hermano profeso que se retiró teniendo votos perpetuos… No pueden tener las mismas vivencias aquellos que tuvieron la experiencia de vivir en comunidades, al frente de un salón de clase, a los que sólo llegaron al postulantado o noviciado. No es lo mismo hablar con aquellos que vivieron su formación como religiosos en los años anteriores al concilio Vaticano II que los que la vivieron en los tiempos postconciliares o los que vivieron el antes y el después del Concilio. Los que llegaron a cursar incluso la carrera completa de Teología a los que toda su instrucción se basó en pláticas sobre la historia del Instituto y la vida de San Marcelino…

Sin embargo un fenómeno se da, sin lugar a dudas, y es que independientemente de la época, la instrucción, las vivencias o los formadores en turno: todos reconocemos una única raíz y una misma formación que tiene rasgos y características únicas y perfectamente identificables… la mayor de ellas es sin duda la fraternidad, una fraternidad que se finca sobre los principios de la unidad, la igualdad, la solidaridad, la modestia y la sencillez: por otra parte una disciplina sólida y un gran amor por el trabajo, la inclinación natural a ser buenos profesores, excelentes amigos y personas con iniciativa y responsabilidad. En el aspecto religioso, todos tenemos en común el seguimiento a las enseñanzas del Evangelio, donde Cristo ocupa el centro de nuestra fe, el amor a Nuestra Buena Madre, como modelo e intercesora y asumimos además veneración y respeto por nuestro Marcelino, la mayoría frecuentamos los sacramentos y cumplimos con nuestros deberes religiosos convencionales.

Todo lo anterior redunda para nosotros en aquella meta del fundador de formar “buenos cristianos y virtuosos ciudadanos”, pero sobre todo nos permite con una extraordinaria facilidad sintonizar entre nosotros, armar equipos y trabajar unidos cuando se nos presentan objetivos claros que apunten hacia la construcción del Reino de Dios.

La quinta actitud

Es muy difícil definir en medio del sustrato de esas cuatro actitudes antes descritas, de la diversidad histórica y el amplio abanico de las actividades que hoy nos permiten sobrevivir, una realidad que se vuelve intangible en el momento de tratarla de atrapar y es la que se refiere a lo que yo llamo “la quinta actitud”… me refiero precisamente a todo ese deseo profundo de asumir la realidad actual y de redescubrir en ella, la presencia y la voluntad de Dios.

Lo maravilloso es que en esa actitud, en esta realidad, viven y están presentes todos esos compañeros que buscan como nosotros mismos en lo particular, referencias, para confirmar que el camino que hemos tomado es válido, que buscan la amistad profunda, que renuevan el compromiso cristiano y que siguen amando con toda lozanía y entereza, desde sus propias trincheras, el estilo de vida de Marcelino.

La quinta actitud es pues, seguir a Marcelino… y no porque se pudiera tener la ilusión de que nuestra vida actual tratara de interpretarse como una forma de vida religiosa… por el contrario, nuestra vida actual demuestra que la vida laica, totalmente inmersa en la cotidianeidad de la vida diaria, común y corriente, difícil de diferenciar de la de cualquier otro padre de familia, compañero de trabajo, vecino o conocido, puede llevarse a cabo sin perder los elementos básicos de la formación cristiana y que no dejan de asociarse al espíritu, la manera, el estilo y la forma de Champagnat.

Quiero hacer énfasis en diferenciar con toda claridad la enorme distancia entre la espiritualidad de San Marcelino y el quehacer de los hermanos maristas.

La espiritualidad de San Marcelino es universal, orientada fundamentalmente al servicio de la Iglesia y tiene por objeto seguir a Cristo bajo el modelo de María. Por otra parte, los hermanitos de María fueron fundados para desarrollar un trabajo específico, que es la educación cristiana (integral) de la juventud, formando para ello, una gran familia de hombres consagrados (bajo el esquema de los tres votos) y que viven en pequeñas comunidades de acuerdo a las necesidades del apostolado.

Por supuesto que los hermanos tienen entre su acervo más importante la esencia del espíritu que el padre Champagnat quiso infundir en la congregación que él fundó… sin embargo al analizar y desagregar los elementos que constituyen esa “espiritualidad”, tenemos que enfrentarnos con una realidad, en donde encontramos factores que no necesariamente tienen que estar asociados con la vida religiosa tal como la concebimos en nuestros días, y que pueden seguir perfectamente todos los laicos.

Elementos que a través de sus propias vivencias, esta generación de ex hermanos ha tenido que rescatar personalmente y hacer suyos para poder sobrevivir como cristianos…

Para Marcelino, y los hermanos de su tiempo, por supuesto que constituía una misma cosa, una sola entidad de vida y un compromiso único su trabajo su vida y su oración, donde la pobreza, el espíritu de servicio, el espíritu fraterno y la enseñanza de la religión y de las primeras letras cobraba una importancia tan real y definitiva, que constituía el sentido de su existencia…

El dia de hoy, vivimos un mundo disgregado, des agregado, disperso, donde por cinco minutos vivimos el papel de profesionistas, por cinco minutos el de esposos, por cinco el de padres de familia o de maestros, etcétera, en este panorama, todas estas piezas o elementos de la espiritualidad de Marcelino se convierten en herramientas que nos ayudan a darle coherencia a nuestra vida. Es necesario recuperar los valores esenciales, que permitan dar continuidad a nuestra propia existencia cotidiana adentro y afuera de la Congregación

No podemos dejar atrás esa formación marista, pero tampoco podemos aferrarnos a la condición de la estructura religiosa. Tampoco podemos ser “hermanos” por unos cuantos momentos, durante el tiempo que duran las reuniones o convivencias, o sólo cinco minutos al día si es que acostumbramos un rato de oración directa.

Al igual que la diáspora de los judíos alemanes en tiempo del nazismo, permitió el redescubrimiento de la identidad de los auténticos valores judíos en las nuevas comunidades formadas en el resto de Europa, en América y en todo el mundo, la tremenda exfoliación a la que dio origen el Concilio Eucuménico en el seno de la Iglesia Católica, la hégira de los claustros y conventos, ha provocado el replanteamiento de la vida cristiana laica.

La Iglesia de todo el mundo, y no puede ser la excepción, la Congregación Marista, ha vuelto los ojos a la función de los laicos, como la materia prima con la que se construye la Iglesia.


Hacia un nuevo concepto del laicado

La mayoría de nosotros conservamos un esquema en el que pensamos que los laicos son el selecto grupo de las amistades privadas de los presbíteros… y en el ambiente escolar de los colegios maristas, etiquetamos con las palabras de “seglares” a los profesores externos y a un selecto grupo de entre los padres de familia que se acercan a colaborar en algunas actividades de pastoral o de promoción escolar.

Al hablar de que la Iglesia necesita de los laicos, y que la Congregación promueve la acción de los laicos, asociamos automáticamente en nuestra imaginación a un grupo de personas que “ayuden” a los hermanos o al clero a realizar “sus” tareas específicas… Pensamos en el “club de los amigos de los frailes o los curas”… pero que no dejan de ser de segunda categoría frente a los ministros y los religiosos consagrados. Caricaturizamos a las “damas de la vela perpetua”, a los “caballerangos de colon” o a un grupo de catequistas a go go que cotorrean todos los sábados buscando novio…

Lo anterior provoca una división en el seno de la Iglesia. Una clasificación arbitraria que nada ayuda a construir el Reino, porque crea una distinción entre los que pertenecen al “club” y los cristianos de la tropa. Los que colaboran con las “sagradas” funciones de los consagrados y los que realizamos tareas ordinarias, que nada tienen que ver con la construcción del Reino. Es preciso cambiar esa actitud.

Si la Iglesia es la comunidad de todos los que han sido bautizados, debemos entender que la Iglesia es fundamentalmente laica… el clero y las comunidades religiosas no dejan por ningún momento de ser esencialmente laicos, su consagración y su modo de vida al servicio de la gran comunidad del pueblo de Dios, los coloca en un mayor nivel de compromiso de servicio, compromiso que nace de su conciencia de estar bautizados y de ser laicos… la estructura del clero y de las familias religiosas permiten una organización más eficaz y una representatividad ante la sociedad civil pero no pierden su calidad esencial siendo laicos.

Sólo por convención aceptamos el uso de la palabra “laico” o “seglar”, para diferenciar entre aquellos católicos destinados al ministerio o a la vida religiosa de servicio y los católicos que edifican estructuras sociales de justicia, unidad y armonía y amor en el mundo -comenzando por trabajar en la formación e integración de la familia- , al margen de la organización clerical.

Privilegio y compromiso

Por lo anterior, al abandonar la estructura de las familias religiosas, todos los ex frailes, pueden abrazar con plena libertad su carácter laical, nuestra formación nos coloca en un papel privilegiado y una responsabilidad social ineludible. Nuestro laicado, que brota de nuestro bautismo y de nuestra asidua vida sacramental, cobra una dimensión evidentemente profética al integrarse en las estructuras ordinarias de la comunidad seglar, gracias a los dones recibidos en nuestra formación.

Lo anterior nos obliga a replantear para la vida diaria en una estructura ajena a la comunidad religiosa marista, los elementos que dan vida a nuestro cristianismo, al estilo propio, es decir, al estilo que la formación que un día recibimos, nos induce a vivir en plenitud nuestro bautismo.

Seguir a Marcelino no puede dejar de ser prioritario en nuestra vida. Y es necesario retomar los aspectos que puedan constituir los puntales de esta nueva estructura de vida espiritual fuera de la organización marista. No se trata de apuntalar o reforzar las estructuras creadas por y para la institución marista… El Instituto tiene sus propios soportes sus propias metas y objetivos y hasta sus propias crisis y sus propios instrumentos para seguir y desarrollar el carisma a él encomendado y sus miembros deben ser respetados y apoyados pero nunca interceptados.

Los maristas retirados debemos apuntalar nuestro propio desarrollo, (sea en lo personal o en la identificación con cualquier tipo de grupo, movimiento o asociación), al margen de la gran institución religiosa marista.

Es importante resaltar que no se trata de crear una rivalidad sino de asumir una forma alternativa específica y motivada directamente con la inspiración del Espíritu Santo, que sopla donde quiere, directamente enfocada a nuestra propia condición de “retirados”, en el aquí y el ahora de lo que nos ha tocado vivir y de la enorme responsabilidad que tenemos en nuestras manos, originada en nuestra trayectoria personal. Dios nos ha colocado donde desea que demos fruto.

Nuestro estilo de vida corresponde a una enorme diversidad de acción, a una absoluta madurez en los propósitos y las metas, a una irrestricta independencia en los proyectos personales, pero a la vez establece una red espiritual más contundente y sólida que tiene por objeto seguir las enseñanzas de Marcelino aplicadas a nuestra vida diaria, y que se refleja en el encuentro y solidaridad con el compañero y el amigo que se encuentra en nuestras mismas condiciones. En eso consiste la esencia de ser Laico Marista, en aplicar la Caridad Cristiana, al estilo de Marcelino en proyectos concretos y específicos que pongan de manifiesto el Amor a Cristo, nuestra fé, y hagan presente la vida del mundo futuro, construyendo el Reino de Dios.

Por difícil que sea decirlo, todos aquellos hermanos retirados que continúan al servicio de la organización del Instituto Marista, o de cualquier instituto religioso, deben cobrar conciencia de su verdadera identidad como laicos, antes que maristas: en primer lugar cristianos comprometidos, sin olvidar su carácter de hombres libres.

Para muchos, que perseveran en las actividades pedagógicas o administrativas de algún plantel marista o no, debemos recordar que son servidores temporales, empleados, asalariados o patrones, sometidos a un contrato laboral que deben honrar como cualquier profesionista y frente a las instituciones, exigir sus derechos y cumplir sus obligaciones conforme a la ley. Esto se aplica a cualquier tipo de actividad profesional en cualquier ámbito. Y es precisamente el medio para que podamos desarrollarnos como personas y a través de nuestro trabajo colaborar en la construcción del Reino.

Bajo esta perspectiva, no debemos olvidar que mientras para un hermano (o religioso) lo fundamental es la vida comunitaria y las obras de su Instituto, para nosotros en nuestra vida actual, lo más importante es el bienestar de nuestra familia y los grandes proyectos que emanan de nuestra relación de pareja y de la educación y desarrollo de nuestros hijos en el marco de la función de la familia dentro de la Iglesia.

Obedecemos como cualquier otro cristiano directamente a la autoridad de nuestros señores obispos a través de las indicaciones de nuestro párroco… participamos en Iglesia y como tales, llevamos una actitud positiva frente a nuestras fuentes de trabajo, familias, proyectos y actividades apostólicas, en su caso.

No estamos solos

El grupo de los “hermanos retirados” aunque es de hecho un fenómeno muy especial, no representa por supuesto a la gran comunidad de fieles cristianos que han tomado a Marcelino como su guía espiritual. Miles de alumnos, padres de familia y profesores de los colegios, familiares y personas que accidentalmente han conocido la vida y obra de Champagnat han moldeado su vida bajo sus directrices sin necesidad de abrazar el hábito religioso.

Estimar que fuera del Instituto los hermanos retirados somos los únicos o los poseedores de toda la herencia de nuestro querido padre Marcelino, sería demasiado arrogante y limitativo.

Los mismos hermanos tienen entre sus consignas muy específicas el integrar a estas comunidades de fieles que desean como nosotros, preservar el espíritu del carisma de Marcelino y llevarlo hasta sus últimas consecuencias dentro de su vida laica. El Espíritu sopla donde quiere y en la actualidad encontramos en todo el mundo a cientos o miles de hombres y mujeres comprometidos con este estilo particular de vida.

Es el momento de integrarnos a este movimiento internacional y buscar los esquemas más adecuados para poder sumar fuerzas, poniendo a la disposición de los que ya han caminado en este sendero, todas nuestras energías. No podemos sentirnos aislados ni manejarnos por los atajos de las prerrogativas históricas que a veces parece que nos cautivan o que pretendieran ponernos en una condición especial. El hecho de haber tenido la oportunidad de beber directamente de la fuente, lejos de hacernos diferentes, nos compromete a asumir una gran responsabilidad frente a nuestros compañeros seglares seguidores de Marcelino.


Es precisamente por esto que hemos intentado iniciar este trabajo describiendo las diversas actitudes que polarizan y que dispersan nuestras voluntades y nuestras acciones… “yo soy del grupo de fulano” “yo pertenezco a la generación de zutano”, “yo soy del grupo que se reúne en tal o cual ciudad o tal y cual fecha”… basta ya de detenernos en la visión del árbol cuando podemos ver el enorme horizonte del bosque a nuestros pies.

La quinta actitud, ese deseo profundo de asumir la realidad actual y de redescubrir en ella, la presencia y la voluntad de Dios para los que deseamos fortalecer y reivindicar este grupo de hermanos retirados y convertirlo en un auténtico movimiento de servicio a la Iglesia, debe convertirse en una fraternidad real, abierta y dinámica

Esta fraternidad debe construir sus propios canales de comunicación, definir objetivos concretos, proponer métodos de trabajo y auto evaluación y por supuesto trabajar en proyectos específicos muy por encima de los intereses personales o los sueños de cada uno de nosotros. Debe partir de la convicción personal, del encuentro con Dios a través de nuestros viejos hermanos, de una vida sacramental en la que el matrimonio, la reconciliación y la eucaristía formen parte fundamental de nuestra vida diaria.

Lo anterior permitirá establecer una red espiritual más contundente y sólida y que tenga por objeto seguir las enseñanzas de Marcelino aplicadas a nuestra vida diaria.

LA FRATERNIDAD BASILIO RUEDA

A su regreso de Europa, al terminar su servicio como Superior General, el Hermano Basilio, hoy Siervo de Dios, tuvo entre sus propòsitos más importantes, el consituir en México un movimiento totalmente laico, para lelo a la vida de las escuelas a través del cual se pudiera expandir el carisma de Marcelino hacia todos los ámbitos de la vida cristiana, en particular la FAMILIA.

Con ese propósito, empezó por invitar a todos sus amigos: exalumnos, padres de familia, profesores de los colegios, etcétara y por supuesto, dentro de este grupo estaban los viejos compañeros que un día habían pertenecido a la Congregación.

Este maravilloso grupo se integró de una manera casi "natural" bajo la potestad del carisma asumido por el hno Basilio, y se sentaron las bases para lograr un trabajo fructífero y actual, lleno de compromiso personal, de reencuentro con la vocaciòn personal y con el estilo Marista. Se trataba del Movimiento Champagnat de Familia Marista.

Después de que Basilio partió hacia el Padre, el grupo continuó trabajando, madurando y fortaleciéndose. Este grupo adoptó el nombre de "Fraternidad Basilio Rueda", y posteriormente, las reuniones en vez de ser en la Quinta Soledad, pasaron a realizarse en el Colegio Mèxico de Mèrida 50... así también se integró la Fraternidad Juan Pablo II, en el Instituto México.

Hoy, habiendo entrado al siblo XXI, después de que nuestro San Marecelino ha sido canonizado y en un contexto en el que la Iglesia se ha volcado hacia el trabajo de los laicos,

QUE SE PRETENDE HACER DENTRO DE ESTE MOVIMIENTO?

El Carisma de Marcelino Champagnat es Universal, y es preciso que llegue a todos cristianos. En sus orígenes fueron sus portadores unos jóvenes que fueron capacitados para ir a enseñar a otros jóvenes... Marcelino crea una estructura de FAMILIA para poder dar cohesión a su movimiento y a su ideal...; en la actualidad, se pretende nuevamente crear células desde donde pueda IRRADIARSE ese mismo carisma, y que funcione por medio de laicos que lleven a Champagnat a sus propias familias y a sus propios ambientes y espacios de trabajo, diversión y cultura.
Las fraternidades funcionan cuando un grupo de personas con diversos intereses, formaciones, obligaciones y espectativas, descubren un comùn denominador, en el encuentro con el carisma de Marcelino.
Los pasos par aaprovechar este llamado son muy sencillos, hay que conocer a los demás miembros de esa comunidad, hay que descubrir cómo ellos encontraron a Marcelino, y hay que compartir lo que de Él se ha recibido y aprendido... y ya que son los hermanos maristas, los depositarios "oficiales" del carisma, es preciso que se actúe bajo la directiva y en perfecto acuerdo con un representante de la congregación... por supuesto que la aplicación para la vida diaria será responsabilidad de la propia fraternidad, los hermanos no pueden tener la visión que tenemos los seglares, porque no tienen las obligaciones del matrimonio, de los hijos, el trabajo, la vida politica y social etc.
El "carisma" ha sido estudiado, desagregado, analizado y practicado por 200 años.. PERO en esta nueva etapa del mundo en que vivimos, es necesario APLICARLO... la juventud ha cambiado, los medios de comunicación, la computadora, las sociedades, la forma de vivir la vida se trasforma de manera vertiginosa, pero los principios que rigen el corazón humano son los mismos.
La primera misión de las fraternidades es en sevicio de la Iglesia Local... es decir de las respectivas Parroquias... y en particular, mediante el fomento y fortalecimiento e integración de la Familia, la familia personal, con los hijos, nietos etc... y después accediendo al ámbito social de nuestra comunidad parroquial y diocesana.
La manera más eficaz, natural y directa de alimentarnos para esta misión es mediante LA VIDA SACRAMENTAL.. y la oración-meditación diaria... para complementar lo anterior, servirán las actividades de oración comuntaria y la intenciones dentro de la fraternidad.
Las reuniones de la fraternidad también tienen la finalidad de equilibrar y compartir nuestros conocimientos y experiencias sobre la vida actual de la Iglesia y de la Congregación... no estamos solos, toda la Iglesia es misionera, y tiene un compromiso pastoral que se revitaliza a cada momento, y nosotros, como seglares estamos obligados a ejercerlo en las más diversas actividades... a veces con el ejemplo, pero a veces con acciones específicas.
Por eso lo que se pretende es crear un MOVIMIENTO, no sólo es una cofradía o una hermandad, se requiere crear estrategias perdurables y acciones profundas que motiven y que irradien el amor. Bienvendos todos a este llamado al laicado marista.

¿QUE ES UNA FRATERNIDAD DE LAICOS MARISTAS?


En pleno siglo XXI, nuestra tendencia es a desaparecer las definiciones perfectas y definitivas, por eso, la importancia de los grupos denominados "fraternidades maristas" no está en su deficnición, sino en la VIVIENCIA que estos grupos son capaces de transmitir para quien se acerca a ellos.

Una identidad más clara para el laicado marista

La expresión “laico marista” o “seglar marista” es nueva en nuestro vocabulario, pero la realidad del laicado comprometido es algo que ha estado entre nosotros desde los tiempos del Padre Champagnat. Lamentablemente, nos ha costado bastante a todos reconocer el fenómeno. Lo mismo que le ha costado a la Iglesia dar nombre y definición a los hombres y mujeres que siguen la vida religiosa, la vida matrimonial o la vida célibe, trabajando y orando juntos unidos por un ideal y un carisma común.

Dejadme que os cuente una historia. Edward Sorin era un sacerdote miembro de la Congregación de la Santa Cruz. Él fue el fundador de una universidad de Estados Unidos conocida como Notre Dame. El centro, famoso hoy sobre todo por su selección de fútbol, debe sus comienzos a la perseverancia, los ingentes esfuerzos y el trabajo físico de Sorin y sus compañeros, que emigraron de Francia llevando en la mente el sueño de levantar una gran universidad en honor de la Bienaventurada Virgen María. Llevaron a cabo su tarea sin tardanza y el centro empezó a florecer.

Pero cierto día infausto, el 23 de abril de 1879 por la mañana, se desató allí un incendio devorador. En pocas horas el edificio principal de la universidad había quedado reducido a cenizas. En aquellos momentos muchos pensaron que las llamas habían consumido no sólo el trabajo material sino también el sueño de Sorin y sus cohermanos.

Pues no fue así. Después de inspeccionar las ruinas y de escuchar los sentimientos de la comunidad universitaria ante la devastación, el veterano sacerdote, de 65 años de edad, invitó a todos a entrar en la capilla, y allí les dirigió la palabra: “Cuando vine aquí, yo era un hombre joven que llegaba a esta tierra con el anhelo de edificar una gran universidad en honor de Nuestra Señora. Pero la hice demasiado pequeña, y Ella ha hecho que ardiera completamente para recordármelo. Así que mañana, en cuanto se hayan enfriado los ladrillos calcinados, la levantaremos de nuevo, más grande y más esplendorosa que nunca.”

¿Quién sino el Espíritu Santo podía ser el inspirador de aquellas palabras y de los hechos que siguieron? A la mañana siguiente, trescientos trabajadores se unieron a Sorin, y se afanaron dieciséis horas diarias, de tal manera que el edificio estaba enteramente reconstruido para la apertura del curso siguiente.

Si el Espíritu Santo se mostró activo en el campus de la Universidad de Notre Dame en aquella primavera de 1879, seguro que también tuvo que ver con los cambios que se produjeron tras el Concilio Vaticano II.

¿Dónde estaba el laicado antes del Concilio?

Desde la Alta Edad Media hasta el Concilio Vaticano II, la mayoría de los fieles aceptaba como cosa natural la escala jerárquica de los tres niveles dentro de la Iglesia, a saber, el estado sacerdotal, el estado religioso y el estado laical. Los que pasamos ya de los cincuenta años, nos acordamos muy bien de los tiempos en que nos enseñaban que el sacerdocio era la “llamada más sublime” en materia de vocación. Después venía la vida consagrada. Comúnmente se admitía que sólo los miembros de las órdenes religiosas, con sus votos, podían alcanzar la perfección espiritual. El estado laical, lamentablemente, se quedaba en un modesto tercer lugar. Muchos seglares, hombres y mujeres, que no habían sido llamados ni al sacerdocio ni a la vida religiosa, se sentían como ciudadanos de segunda categoría dentro de su propia Iglesia.

El Vaticano II echó por tierra este modelo de los tres niveles. Los padres conciliares hicieron esta declaración sobre la vida consagrada: “Este estado, si se atiende a la constitución divina y jerárquica de la Iglesia, no es intermedio entre el de los clérigos y el de los laicos, sino que de uno y otro algunos cristianos son llamados por Dios para poseer un don particular en la vida de la Iglesia”.

Mirando hacia atrás, nos damos cuenta de que, efectivamente, los que participaron en el Concilio afrontaron con decisión la tarea urgente y necesaria de redefinir el verdadero lugar del laicado dentro de la comunidad eclesial. En cambio, no fueron tan afortunados en sus esfuerzos por describir claramente la naturaleza y finalidad de la vida consagrada. El decreto Perfectae Caritatis, que nació de una manera difícil y complicada, se quedó muy corto a la hora de brindar a los religiosos el vigoroso empuje teológico que la Lumen Gentium había dado a los laicos.

Más recientemente, en la exhortación apostólica Vita Consecrata, Juan Pablo II manifestó que cada uno de los estados fundamentales que hay dentro de la Iglesia expresa uno u otro aspecto del misterio de Cristo. Por ejemplo, los laicos asumen el compromiso de asegurar que el mensaje evangélico sea proclamado en la esfera temporal.

Por su parte la vida religiosa, llamada a adoptar el propio estilo de vida de Jesús, tiene, en palabras del Papa, la responsabilidad de testimoniar la santidad del Pueblo de Dios. Ha de proclamar y, en cierto modo anticipar, una edad futura, en la cual el Reino de Dios llegará a su cumplimiento final. Es una expresión más completa de la misión de la Iglesia, a saber, la santificación de la humanidad. Así que, como hemos dicho, los padres conciliares sólo reflejaron dos estados de vida dentro de la estructura de la Iglesia, el sacerdocio y el laicado. Pero la exhortación Vita Consecrata, a pesar de sus limitaciones, volvió a recordar que son tres los que se dan dentro de la comunidad eclesial: el laicado, el sacerdocio y la vida religiosa. A raíz de ese documento, la vida consagrada recuperó su lugar en la Iglesia y encontró de nuevo las herramientas necesarias para comenzar a repensarse a sí misma de cara al nuevo milenio.

Un momento definitorio

El Concilio Vaticano II fue, por tanto, un momento determinante para el laicado católico al igual que para la vida religiosa. La proclamación de la llamada universal a la santidad que resonó en la asamblea estaba dirigida tanto a unos como a otros Por fin había una declaración expresa de que todos los cristianos están bautizados para una misión: la de proclamar el Reino de Dios y su inmanencia. Como resultado de las decisiones tomadas en el Concilio los laicos fueron moviéndose desde la posición de auxiliares a la de plenos asociados a la misión.

Laicado marista

El finado Juan Pablo II tenía la convicción de que la Iglesia de esta era acabaría siendo conocida como la Iglesia del laicado. Suponiendo que estaba en lo cierto, haremos muy bien en preguntarnos cómo podemos trabajar juntos los hermanos y los seglares para llevar mejor a cabo la misión del laicado en la Iglesia y el mundo de hoy.

El laicado marista no es sino una respuesta a esta pregunta. Reconocido más plenamente desde los años posteriores al Concilio, su fundamento descansa en la misión común y en la llamada profética que todos compartimos por el sacramento del bautismo. Pero esta vinculación va mucho más allá de la sola participación en el trabajo común; consiste en compartir la fe y el conjunto de valores comunes, centrados en el amor a Jesús y unidos en la experiencia colectiva de tener a Marcelino Champagnat que gana nuestros corazones y se adueña de nuestra imaginación.

Más aún, la estrecha asociación con los que comparten nuestra vida apostólica es una característica de la identidad marista, y damos así testimonio de que nuestra Iglesia puede tener una eclesiología de comunión. Ese testimonio es hoy más importante que nunca.

Con demasiada frecuencia en el pasado, las acciones de la Iglesia han reflejado una eclesiología basada en el poder y la categoría, verdadera antítesis de los principios evangélicos. Como hombres y mujeres que compartimos un carisma común, estamos llamados a testimoniar con nuestra vida y trabajo que las cosas pueden y deben ser distintas.

A nadie tiene que sorprenderle esto. Como antes he dicho, entre los muchos dones que nos vinieron de la mano del Concilio uno era la constatación de que el carisma del fundador pertenece a la Iglesia y no sólo a los hermanos. Por consiguiente, nuestros seglares hoy son un reto a la noción de que el carisma es un tesoro que pertenece sólo a los hermanos. Cada uno de los miembros del laicado marista tiene su historia personal que contar, ha recorrido su propio itinerario de fe, y cuenta con una experiencia única del fundador y de su espiritualidad.

Si hemos de escuchar esas historias, oír esos relatos de fe, y llegar a apreciar con más plenitud las muchas experiencias de Marcelino y su espiritualidad que se dan alrededor de nosotros, será bueno que compartamos lo que tenemos en común y respetemos las diferencias que hay entre un hermano de Marcelino y un marista seglar.

Diferencias

Hay quien se siente incómodo cuando se habla de distinciones y teme que la palabra “diferencia” pueda llegar a significar más de lo que parece a primera vista y que nos lleve a establecer comparaciones. Y mantienen esta postura no sólo al referirse a los que son o no son laicos asociados sino también cuando se alude a la diferencia entre la vocación de un seglar y la de un hermano.

Pero negarse a ver las diferencias donde realmente las hay, nos priva de la naturaleza única y complementaria de ambas vocaciones, la del hermano y la del laico marista, y mina nuestra capacidad de comprender con claridad la identidad de cada uno.

Las diferencias existen y se ven en la Iglesia en general. Por ejemplo, el Espíritu de Dios inspira una diversidad de vocaciones, carismas y apostolados. La distinción de funciones es propia del modelo orgánico de la Iglesia. San Pablo lo expresaba de esta manera: “El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos”.

La diversidad también se da en la vida religiosa. Y sin embargo nadie sostiene que los institutos cuyos miembros se dedican a la enseñanza sean mejores que los que orientan su apostolado al cuidado de los enfermos. Lo mismo vale cuando nos referimos a institutos religiosos de origen antiguo o moderno, mendicantes, contemplativos, apostólicos, clericales, laicales, o mixtos.

Al discutir sobre las semejanzas y diferencias que hay entre los Hermanos de Marcelino y los seglares maristas, es preciso que acojamos no sólo lo que compartimos en común, sino también las cosas en que diferimos.

Corresponsabilidad

Para impulsar el laicado marista hoy tenemos que ser hermanos entre nosotros y con los que participan en nuestra misión. Lo cual nos lleva a escucharnos y aprender los unos de los otros, compartir nuestra herencia espiritual y apostólica, y fomentar la actitud de cooperación.

Por lo tanto, cuando hablamos de “nuestros” apostolados , nos estamos refiriendo a una estrecha vinculación entre los hermanos de Marcelino y el laicado marista. Ya es hora de que demos un paso adelante, y en lugar de a invitar a los seglares a que nos ayuden en la tarea lleguemos por fin a considerarlos verdaderos corresponsables de ella.

No son pocas las Provincias en las que, en estos últimos años, algunos laicos, tanto hombres como mujeres, han asumido puestos de responsabilidad en ese trabajo. Nosotros los hermanos estamos llamados a prestarles nuestro apoyo mediante una formación marista, con el testimonio de nuestra vida religiosa, y con el impulso de nuestros valores apostólicos. Al acompañar a los laicos para sigan más plenamente su llamada personal en la vida, seremos más conscientes de la gracia de nuestra propia vocación como hermanos.

Planificación futura

Cada vez en mayor medida, nuestros compañeros en la escuela y en otros campos, los ex alumnos, los que fueron miembros comprometidos del Instituto durante un tiempo junto con sus familias, los hombres y mujeres que pertenecen al Movimiento Champagnat de la Familia Marista, los voluntarios seglares, nuestros estudiantes, y otros muchos, están redescubriendo la espiritualidad de Marcelino. El hecho de que haya tantos que siguen encontrando en esa espiritualidad una fuente de inspiración, testifica su continua vitalidad y la fuerza que tiene para animar nuestros apostolados.

Hoy, sin embargo, podemos dar un paso más allá empezando a establecer redes entre los que llevan a cabo un apostolado marista. Ya se trate de la educación en un centro escolar, o el desarrollo de un plan de alfabetización entre marginados, o la labor con los niños de la calle, o la enseñanza del catecismo, o la participación en cualquier otra tarea marista, esa red proporcionaría a todos los que tienen esa vinculación un gran apoyo personal y espiritual.

La forma de estas redes maristas variará dependiendo de los lugares. Llegar a conseguir el modelo más adecuado exigirá amplia consulta, debate sincero y una cuidadosa toma de decisiones, pero estoy convencido de que la existencia de dicho modelo nos ayudará a contribuir con una peculiar aportación marista peculiarmente marista a la nueva evangelización de los jóvenes que ahora estamos emprendiendo.

Así que, pongámonos en pie y a caminar. No me imagino un tiempo mejor en la historia para vivir, ni una época más interesante en nuestra Iglesia que ésta. Tenemos que contemplar el mundo con la mirada de aquel sencillo cura de aldea y padre marista que fue nuestro Fundador. Mientras otros se preguntaban por qué las ideas innovadoras que ellos tenían no llegaban a realizarse, él en cambio soñaba y asumía todos los riesgos para llevar esos sueños a la vida. Que Dios os bendiga a todos. Y que María y Marcelino sean vuestros compañeros ahora y siempre

Seán D. Sammon, FMS